Si antes los avances de la informática se medían en «megas» y «gigas», hoy importa menos lo que hay dentro de los equipos y más cómo los usamos. Las pantallas táctiles han cambiado la experiencia de usuario, mientras que la expansión de sistemas de reconocimiento de voz y gestos es el próximo paso.
Los gigahercios que miden la velocidad de un procesador o los gigabytes que caben en un disco duro cada vez importan menos. Es verdad que en los años noventa, durante el reinado del «matrimonio» Wintel (Windows-Intel) en el mundo del PC, la velocidad de proceso
del chip central determinaba la hondura de cada avance tecnológico. Sin
embargo, en los últimos años, este esquema ha cambiado. La borrachera
de «gigas» o megapíxeles como principal argumento de marketing tiene los días contados.
La irrupción del iPhone en 2007 y del iPad
tres años después ha puesto de manifiesto que cualquier mejora en la
interfaz del aparato es más agradecida por millones de usuarios que un
incremento espectacular en el rendimiento de los componentes internos
del aparato. De acuerdo con que llevar la pantalla táctil al teléfono y la tableta no es la única explicación del éxito de la compañía de la manzana (se habla mucho de iTunes, de los cientos de miles de aplicaciones de la App Store…), pero hay que reconocer que ha sido un aspecto crucial.